Cada vez más los consumidores valoran los productos sanos, naturales, ligados a la identidad del territorio donde se encuentran y respetuosos con el medioambiente. Una tendencia que muchos establecimientos, restaurantes, han enarbolado como bandera de diferenciación. De esta forma surgen nuevas oportunidades de mercado para los productos de las zonas rurales. Un estudio elaborado con datos del Eustat, el Gobierno vasco, el Ministerio de Medio Ambiente y las cooperativas agrarias de Euskadi recoge las principales inquietudes y las oportunidades de negocio de los pequeños productores. Los defensores de la comercialización conocida como en circuito corto, es decir, venta de productos agrarios en un entorno de proximidad, resaltan como ventajas la relación directa entre productor y consumidor, mejorando las rentas de los productores, favorece el desarrollo de la economía local, la valorización del producto y reduce los costes ambientales (envasado y transporte).
Además, es importante la capacidad de negociación directa sobre los precios y el pago en un mercado cada vez más globalizado. Según los datos recogidos en una encuesta realizada a colectivos y asociaciones agropecuarias, en la Unión Europea existen numerosas experiencias de comercialización en circuito corto y aunque en España se han desarrollado en los últimos años numerosas iniciativas aún suponen un porcentaje bajo en comparación con el resto de países europeos.
¿Cuál es la principal preocupación de los pequeños productores? La barrera legal, seguida por falta de demanda, el coste de implantación y desconocimiento de opciones de venta y su potencial y finalmente la complejidad de la tecnología asociada y el tamaño reducido de la explotación.
Los artesanos demandan una mayor flexibilidad normativa en sanidad, y habilitar autorizaciones sanitarias que hagan viable el negocio de las pequeñas explotaciones y por último, campañas de concienciación y apoyo institucional a los productos locales.