¿Qué ocurre cuando se mezclan cultura, valores, pequeñas explotaciones, productividad e intereses cruzados? El queso Idiazabal, conocido en el mundo entero, se elabora únicamente con la leche de las ovejas latxa y en menor medida, de la carranzana. Dos razas muy bien asentadas desde tiempos inmemoriales en el País Vasco y Navarra unidas a un territorio que supone una manera de trabajar en extensivo, unidas a una cultura y que forman parte de una cadena en la gestión medioambiental. Los rebaños pequeños se adaptan a la propia orografía del territorio y a la idiosincrasia de los caseríos. De esta forma, el entorno rural se mantiene vivo como una manera de trabajar de forma histórica.
Esto es lo que defiende la Denominación de Origen del queso Idiazabal, porque hay otras que se olvidan de las razas y van al productivismo. En la D.O. hay más de cien queserías que elaboran con leche propia, son familias con un rebaño y hacen queso con leche de latxa. También están otras queserías que compran leche y luego están las dos o tres grandes empresas que compran leche para hacer queso a nivel más industrial. Si las empresas grandes cumplen con los requisitos se les certifica el queso como Idiazabal.
Pero la competencia desleal existe impulsada por las industrias con la complicidad muchas veces del pequeño productor que se encuentra atado de pies y manos por las leyes del mercado y la oferta y la demanda. Las empresas presionan por conseguir precios bajos y generar una demanda de queso Idiazabal cuando su producción es limitada.
En 2007 saltó a los medios de comunicación el fraude existente cuando la D.O. detectó que una empresa traía leche de fuera del País Vasco y de otras razas de oveja para elaborar el Idiazabal y cubrir con la demanda existente duplicando la producción de Idiazabal. Los estrictos controles e inspecciones desde la D.O. continúan evitando este tipo de acciones fraudulentas.
Pero actualmente reina la confusión en las estanterías de las grandes superficies. La industria, que elabora a gran escala el Idiazabal con leche de latxa, creó otra marca paralela, Etxegarai, un “falso Idiazabal”, un queso cuya imagen y marca vende un producto idéntico al Idiazabal pero elaborado con leche de otras razas y que se vende a un precio mucho más barato que el auténtico. Desde la D.O. se inspecciona mucho en los puntos de venta para que no haya casos fragantes en los que ponga Idiazabal y lo que se venda sea queso Etxegarai. Para la elaboración de queso Idiazabal, sólo se puede utilizar leche de ovejas latxa y carranzana, pero las empresas grandes hacen otros productos (están en su derecho), potenciando y apostando más por el mercado de los sucedáneos que el del propio Idiazabal. El queso se elabora de la misma forma y es muy difícil a nivel sensorial determinar la raza de la oveja. Son quesos de calidad pero sin el valor añadido de las cientos de familias de pastores que trabajan detrás con la raza latxa.
Para la D.O. no se trata solo de potenciar estos animales sino del mantenimiento del territorio y del manejo en extensivo. Es una batalla de hace años, no es nueva, pero ahora los ojos están puestos en los supermercados para evitar una mayor confusión al consumidor.